El ideal de belleza en esta época no exigía demasiado, la mujer debía ser delgada, femenina, con aspecto atlético y cuidado. Lucir la piel morena era una premisa. Se priorizaba la belleza interior y por eso llevar una vida natural era la mejor opción.
El maquillaje recargado que hacia furor la década pasada era considerado vulgar , ahora era el momento de destacarse individualmente y para esto se usaban productos considerados indispensables como el perfilador de cejas, la vaselina para dar brillo a los parpados, sombras en colores dorado, plateado, marrón, verde, azul y violeta, rimel, pestañas postizas, colorete, y labial carmín. En el año 1938, Max Factor lanza al mercado la base de maquillaje la cual muchas mujeres consiguieron con esmero para lograr la apariencia de las estrellas del cine.
El cabello se llevaba con un largo medio, peinado con ondas desde la frente. El rubio era el color de moda como lucían las actrices de Hollywood.
La mujer de la calle intentaba alcanzar ese ideal, lo que era muy positivo para las empresas de cosméticos que no dudaron en lanzar al mercado cremas antiarrugas para mantener la piel en perfectas condiciones.
Aunque se le daba mucha importancia a la personalidad y lo natural, el pueblo tomaba las películas como modelos a seguir intentando copiar el estilo de esas mujeres.